No decaigas, no desistas, lo vamos a lograr

Por Reinaldo Cardoza

 

A los familiares y vecinos de Mirian todavía les cuesta asimilar que haya muerto, más que por lo reciente, por lo repentino y rápido que ocurrió todo. Incluso cuando sus más allegados repasan, como contándose a sí mismos, lo que ella hizo en sus últimas horas, lo que compartieron juntos, les cuesta creer que ya Mirian no está entre ellos.

Aunque decir que ya no está es solo un modo de ver las cosas, porque ella sigue no solo en sus recuerdos; también en el trabajo que desarrolló por años para el bienestar de su comunidad; en los proyectos que logró formular para mejorar las condiciones de vida de los vecinos en El Valle; en los libros que fue acumulando en su biblioteca; en los muchos materiales que le servían para preparar los talleres y charlas que dictaba a adolescentes, o que le permitían saber cómo actuar en cada caso de los que orientaba; en sus hijos, que se hicieron personas de bien y profesionales porque tenían en ella un ejemplo a seguir.

Sus vecinos, muchos de los cuales se convirti
eron en sus amigos trabajando juntos en la Escuela de Ciudadanía, sienten que perdieron a alguien valioso y especial, porque Mirian era realmente persistente y apasionada en todo lo que hacía.

 

Luisa Mirian Rondón Moya nació en Carúpano, municipio Bermúdez del estado Sucre, el 26 de abril de 1954, hija de María Moya y de Luis Rondón, ambos carupaneros. La pareja también tuvo una hija menor, Josefina, nacida tres años más tarde, a quien todos llaman “Finita”. Mirian —como le decían entre familiares y amigos—  vivió toda su vida en esa ciudad, formó familia y trabajó incansablemente no solo en sus empleos formales en liceos públicos y privados, también en la comunidad de El Valle, donde está la casa de sus padres, y luego se instaló ella misma con sus hijos. Hizo los estudios primarios en la Escuela Básica Santa Rosa de Lima, muy cerca del Mercado Municipal de Carúpano. Luego, cursó el bachillerato en el Liceo Simón Rodríguez, en el centro de la ciudad, que culminó en el área de humanidades en 1973.

Con seguridad en esos primeros años Mirian fue asimilando esa particular inclinación por ayudar a los otros de su padre, Luis Rondón. Aunque no había recibido instrucción formal, era un hombre muy educado y trabajador, y siempre estaba dispuesto a colaborar con sus vecinos. Como era chofer y taxista —oficio al que se dedicó por más de 60 años— a todos sus conocidos iba dando la cola en sus recorridos por la ciudad. “¿A quién Luisito Rondón no le dio la cola?”, se preguntaban quienes acudieron a dar el pésame luego de su muerte, cuando ya tenía 94 años, en diciembre de 2022. En las tardes, cuando Luisito regresaba a su casa, a todos los que iba montando en el carro les regalaba un pedazo de pan de la bolsa que había comprado para compartir con su familia. Cuando los vecinos tenían una emergencia médica y necesitaban ir hasta el hospital, acudían donde el señor Luisito, no importaba que fuesen las 3:00 o 4:00 de la madrugada, porque sabían que él no se iba a negar.

Fueron cosas con las que Mirian fue creciendo y que influyeron en ese modo de ser que todos reconocen como muy suyo.

Al llegar el final del bachillerato, en el año 1973, se decidió por una carrera corta. Se inscribió en el técnico superior universitario en educación mención recursos para el aprendizaje del Instituto Universitario de Tecnología Jacinto Navarro Vallenilla, cuando era aún una prestigiosa universidad. En 1977, al obtener su título, Mirian comenzó a trabajar de inmediato.

En 1978 se casó, y el año siguiente nació su primer hijo, Klenin Luis. Después vino un cuarto miembro a la familia, una niña
a la que pusieron Yndira Josefina. Vivían en los bloques de Playa Grande, al oeste de Carúpano.

Después se dedicó a cursar los estudios de licenciatura en orientación. Como no podía hacerlo en Carúpano, porque ninguna de las instituciones locales ofrecía esa carrera, se matriculó en la Universidad Simón Rodríguez de Maturín, en el estado Monagas; ella recorría los más de 170 kilómetros entre una ciudad y otra todos los fines de semana para ver clases. Después de tantos viajes, se graduó en 1988. Y dos años más tarde nació Nairim Milagros, la última de sus hijos.

Fue por esa época que se divorció del esposo. Entonces volvió a la casa de los padres, en El Valle. Los abuelos la apoyaban y ayudaban con la crianza de los nietos, porque los trabajos de Mirian eran demandantes y ella se dedicaba con verdadera pasión a las cosas que le gustaban.

Después de que se graduó de técnico superior universitario, había empezado a laborar. Su primera experiencia fue en el Liceo Jacinto Gutiérrez de El Pilar, en el municipio Benítez, que atendía en paralelo con el Liceo de El Rincón. Unos años más tarde, logró el cambio hacia el Liceo Andrés Mata, en San José de Areocuar, donde permaneció hasta su jubilación. Por las mañanas, se alistaba y salía antes que el sol rumbo a cualquiera de las instituciones públicas, y por las tardes iba a alguno de los liceos privados: el Cecilio Acosta, el José Gregorio Hernández, el Rafael Osío Pérez, el Antonio José de Sucre. Completó los 25 años para su jubilación en la administración pública y siguió por 5 más en los liceos privados, hasta que se retiró con 30 años prestando sus servicios en estas instituciones. En algunas ocasiones, atendió asignaturas como psicología, educación familiar y ciudadana y castellano y literatura, porque era una lectora empedernida.

Muchas son las anécdotas que recuerdan sus compañeros en sus labores como orientadora. Como esas que cuenta la profesora María Villarroel, ya jubilada, y quien se encargó del área de educación para el trabajo por varios años en el Liceo Andrés Mata, en San José de Areocuar, y allí llegaron a tener una amistad muy cercana. Cada vez que algún estudiante tenía bajo rendimiento en las clases, o quizá con un comportamiento que se convertía en una perturbación para el desarrollo de las actividades, de inmediato lo referían con Marian. Lo hacían no solo porque ella estaba allí para atenderlos, como orientadora que era, y esa era una de sus funciones, sino porque tenían fe y confianza en lo que hacía, en las estrategias y técnicas que usaba para hacer sus abordajes, para acercarse a los estudiantes. Su carácter dócil, dulce la mayoría de las veces, era muy efectivo. Y los resultados no se hacían esperar: bastaban unas pocas conversaciones para que los muchachos volvieran al carril y al ritmo de la dinámica del colegio y de sus propias vidas. Porque Mirian no se conformaba solo con explorar lo que tenía que ver con el ámbito académico, sino que siempre iba más allá: llamaba a los padres, hacía visitas a las familias en sus casas. Todo para asegurarse del bienestar y la tranquilidad de los estudiantes, para que las cosas marcharan de la mejor manera. También estaba en cualquier conflicto que se generase entre los estudiantes para tratar de mediar y encontrar soluciones. No había situación, por más difícil que fuese, que ella no pudiese resolver.

Hubo una que fue especialmente retadora.

Un día, en plena jornada de clases, en una de las aulas comenzaron a caer desmayados varios de los estudiantes. La expresión de sus rostros lucía transformada, como si fuesen otros. Eso alborotó por completo a todos en el liceo. En realidad, no se trataba de un hecho aislado, sino de un dique que se había resquebrajado por la tensión acumulada durante varios días. Desde antes ya circulaban los rumores entre los estudiantes y los habitantes del pueblo: todo había comenzado con un grupo de muchachos jugando a la ouija y que ahora decían ser perseguidos y acosados por espíritus; se hablaba incluso de una supuesta secta; y que los estudiantes iban al cementerio municipal y tomaban flores y huesos de cadá
veres que usaban en sus juegos. De todas estas cosas se enteraron los profesores luego de los desmayos.

Mirian intervino con aplomo y profesionalismo: acudió a su experiencia y conocimientos. Ella misma refirió a psicólogos y psiquiatras a todo el que creyó que lo necesitaba. Incluso llevaron a un sacerdote al liceo para que celebrara misas. Y por supuesto, organizó reuniones y charlas con los padres y representantes para orientarlos. Fue por su intercesión que se logró aplacar la histeria colectiva que dominaba a todos; las aguas volvieron a su cauce.

Otra situación que ella supo afrontar y llevar hasta sus últimas consecuencias tuvo lugar en uno de los liceos privados en los que trabajaba como orientadora. En ese entonces, su hijo Klenin, ya graduado de docente, ocupaba el cargo de profesor de educación física y deportes en la misma institución. Mirian estaba atendiendo el caso de una niña de 2do año de bachillerato, quien había sido diagnosticada con autismo y recientemente tenía cambios de conducta que sus profesores no lograban explicarse. En sus conversaciones con la muchacha, esta le confesó a la orientadora sobre sus relaciones con dos jovencitos que estudiaban 4to año allí mismo. Las indagaciones de Mirian la llevaron a descubrir que se había tratado de abuso sexual, con el agravante de que la víctima era autista. Por eso no descansó hasta que el caso fue llevado a Fiscalía y los abusadores fueron investigados y juzgados; incluso uno de ellos cumplió condena en un correccional de menores.

Estas eran solo circunstancias en las que se ponía a prueba la entereza de su carácter. Porque ella era incansable con todo el trabajo que hacía con los jóvenes en los liceos, con los muchos talleres que preparaba sobre distintos temas para brindarles herramientas para actuar en sus vidas y salir adelante, en asuntos que incluso se consideraban tabúes: drogadicción, embarazo en adolescentes y proyecto de vida, exploración de la identidad sexual, exploración vocacional… Algunos eran programas que ella preparaba investigando y leyendo concienzudamente, documentándose, y que se nutrían de toda la experiencia que había acumulado. Como se conocía lo buena que era para estas actividades, la buscaban para que facilitara esos talleres en distintas instituciones. Y Mirian aceptaba con gusto.

Fue su disposición lo que la llevó a convertirse en una activa colaboradora para ayudar a resolver las necesidades de la comunidad de El Valle, donde había vivido desde siempre y a la que volvió con sus hijos luego de separarse del esposo, primero a la casa de sus padres, en la urbanización, y más tarde en otra casa que compró en la vereda VII de la Prolongación El Valle. Por eso fue que postuló su nombre para integrar el Consejo Comunal, y terminó siendo electa miembro principal. Lo hizo porque pensaba que desde esa organización podía hacer cosas que contribuyeran a mejorar las condiciones de vida de sus vecinos.

Por eso mismo, en 2012 se interesó en involucrarse en la Escuela de Ciudadanía, un proyecto que la Fundación Incide impulsaba desde hacía un año en Carúpano. Según le contaron sus vecinos Carmen de Gigante, Luis de Silveira y Luisa Sifontes, la idea era que a través de la formación en materia de gestión pública y de la promoción de la participación ciudadana las comunidades contaran con herramientas para encontrar soluciones a los problemas que los afectaban. Mirian vio una oportunidad para poder seguir trabajando por su comunidad de El Valle, así que se entusiasmó con sus vecinos por las cosas que le contaban y cada vez más participaba ella también en cualquiera de las actividades de formación, en los talleres y jornadas.

—Mirian, mi hermana, hay unas máquinas y un camión frente a la Escuela Eustoquia Luigi. Están recogiendo los escombros de los alrededores… —dijo Finita un día que visitó a su hermana y la encontró preparando el almuerzo.

Finita se distrajo por un momento conversando con los sobrinos y, sin darse cuenta, la hermana se había vestido velozmente y ya estaba saliendo por la puerta de la entrada.

—¡Mírenme el arroz que tengo montado en la cocina, que ya vuelvo! —pidió a los hijos.

Sin darle importancia al sol picoso que estaba ya en su punto más alto, Mirian llegó hasta la escuela, ubicada a unas pocas cuadras más abajo. Allí conversó con los operarios de las máquinas y les pidió que apoyaran a la comunidad recogiendo un montículo de desechos que se había ido acumulando en el estacionamiento cerca de su casa a partir de los sedimentos que bajaban del cerro, y que luego fue creciendo porque los vecinos echaban allí basura y escombros. Prometió a los hombres que les daría algún alimento y remarcó su petición insistiendo en que se trataba de una ayuda muy valiosa para la comunidad.

Al final de esa tarde, poco le importaban las carreras que tuvo que dar para preparar el almuerzo y tener todo a tiempo para que los operarios comieran, porque se sentía satisfecha al haber logrado que desapareciera aquel montón de residuos que ya llevaba allí varios años.

Otro día, se repitió una escena muy similar:

—Mi hermana, en la placita está Julio porque vino a inaugurar la gruta de la Virgen del Valle —le comentó Finita el mediodía del 8 de septiembre de 2022 en una de sus frecuentes vivistas a la casa de Mirian, mientras la hermana se afanaba frente a una olla hirviente.

Julio Rodríguez, el alcalde del municipio Bermúdez, estaba allí para participar en las actividades por el día de la Virgen del Valle, una advocación muy celebrada en la ciudad y en todo el oriente venezolano. La gruta con la imagen de la Virgen, además de la restauración de la plaza, era una obra de la alcaldía. Mirian pensó que era el momento de hablar con él y no dudó en ir hasta allá.  

—¡Vean la sopa, que ya le falta poco! Yo regreso ahorita… —dijo mientras se acomodaba una blusa que acababa de ponerse. Y encaminó sus pasos, bajo el sol inclemente, hacia la placita.

Al verla, Julio Rodríguez la reconoció y la saludó con afecto. Se había hecho habitual que la reconociesen en las oficinas públicas que visitaba con frecuencia para tramitar beneficios para el sector. Conversó con él y le planteó, una vez más, una solución para que por fin en El Valle tuviesen suministro de agua. Hablaron de la posibilidad de que la bomba que habían conseguido para la
vecina comunidad de Campo Alegre sirviese también para hacerles llegar el servicio a la Prolongación El Valle, aunque fuese dos días a la semana. Allí mismo la puso en contacto con el ingeniero de la alcaldía que podía ayudarlos con las gestiones y para que la propuesta se hiciese realidad.

En El Valle ya tenían más de 25 años sin que el agua llegase a las tuberías. Aunque a través de proyectos formulados por miembros de la comunidad y gestiones en organismos públicos —en los que también trabajó Mirian— habían logrado garantizar el suministro en algunos sectores, a la Prolongación El Valle, por su ubicación en la parte alta y por la falta de presión, no llegaba. Muchos vecinos tienen que comprar cisternas para llenar los tanques de las casas. Un gasto más que golpeaba los ya menguados sueldos. La escasez de agua y las fallas en el sistema de tuberías es un problema generalizado en Carúpano y en todos los pueblos de Paria. Esta era una preocupación que Mirian conocía muy bien porque ella y su familia lo habían padecido durante años.

Por eso el tema del agua era uno de los principales en la agenda de gestiones y en el trabajo comunitario que desarrollaba con algunos de sus vecinos.

Pero Mirian no llegaría a sentir la satisfacción de ver concretado sus esfuerzos.

Ese encuentro con el alcalde era una más de tantas diligencias que había hecho para ver cómo se solucionaba el surtido de agua. Ella había ido a cuanta oficina pública se le había ocurrido, había hecho solicitudes, habló con todo el que le recomendaron, formuló —con la asesoría de ingenieros expertos en el tema— proyectos de factibilidad técnica para que el agua volviese a las tuberías. La apoyaba siempre un grupo de vecinos comprometidos como ella con esa causa que habían hecho muy suya: como Luisa Prada, Omaira Gil, Juan Márqu
z, Lucrecia, Lourdes García, Soralis Díaz. Ese compromiso fue lo que los unió cada vez más por alcanzar una meta común, aunque no llegaba a concretarse. Les quedaba, al menos, la amistad y la hermandad que iba afianzándose en esas jornadas en las que a veces pasaban más tiempo juntos entre ellos que con sus propias familias.

De esa camaradería surgió el club de damas, en el que varias mujeres se reunían todas las semanas, cada vez en una casa diferente de alguna de sus miembros, para jugar juegos de mesa, celebrar los cumpleaños, el día de las madres, compartir entre ellas alguna comida, brindarse apoyo. Otra actividad es la que aún hacen con la imagen de la Rosa Mística, que llevan semanalmente —en una suerte de peregrinaje— de casa en casa de varios vecinos y allí le rezan y comparten entre los asistentes.  

Como Mirian era insistente y también era respetuosa de las diferencias políticas, en 2021 fue a conversar con la vocera principal del Consejo Comunal de El Valle. Lo hizo, aunque ella siempre fue opositora declarada y reconocida, y a pesar de las irregularidades con que designaron a esos otros voceros sin notificarles del proceso, cuando aún estaba encargada del sello e hicieron que lo entregara bajo amenazas. Mirian terminó aceptando porque Klenin, quien trataba de contener lo apasionada que era su madre cuando se trataba de estos asuntos de la comunidad, la persuadió de que lo hiciera. Sin embargo, ella ponía en primer lugar el bienestar de su comunidad y de los vecinos antes que su orgullo y los intereses personales. Se presentó ante la mujer acompañada de Luisa Prada, y la vocera les dijo que para ayudarlas con la solicitud para el surtido de agua era necesario presentar un proyecto.

—El proyecto está hecho. Mañana se lo traemos —respondió Mirian.

Y al día siguiente le entregaron el extenso documento. Luego de una revisión rápida, la vocera aseguró que debía hacerle unos ajustes al texto y que ella se encargaría de eso. Aunque después se dieron cuenta de que se trataba solo de una excusa para dilatar cualquier acción. Cada vez que iban a saber qué había pasado, la mujer les decía que no había terminado la revisión del proyecto, que volviesen otro día. Y los nuevos voceros tampoco hacían nada para resolver la situación.

Porque era insistente fue que Mirian habló con Julio Rodríguez, porque él ya conocía el caso y tenía intención de ayudarlos, además de q
ue existía una posibilidad real de garantizar el suministro de agua. Aunque nadie los ayudaba, no perdía la fe.

Una semana antes de su muerte por un ACV hemorrágico, el 26 de enero de 2023, Mirian regresaba con Luisa Prada del rezo de una vecina, amiga de ambas. Luisa le contó que estaba decepcionada de la vida en El Valle y que ya no quería vivir más allí: cansada de tener ya 26 años sin agua, sin una respuesta de las autoridades a las que habían acudido.

—No, Luisa, no decaigas. ¡No decaigas! —le dijo Mirian deteniendo el paso—. El lunes vamos a Campo Alegre a hablar con Marisela. No desistas, que ya verás que sí vamos a lograr algo. Y tú me vas a acompañar —se refería a la vocera principal del Consejo Comunal de Campo Alegre, quien había logrado conseguir con mucho esfuerzo una bomba para ese sector.

Son esas palabras de Mirian las que recuerda Luisa cuando piensa en que quizá la forma de conservar la memoria de su amiga, de que su legado permanezca, es dando continuidad al trabajo comunitario que llevó adelante, con la misma persistencia y pasión, y el apoyo de quienes integran la Escuela de Ciudadanía, para así hacer realidad los proyectos y todo lo que ella tenía pensado para el bienestar de la Prolongación El Valle.

Ahora que ella no está y sienten que han perdido a alguien que sabía liderar, más que nunca necesitan repetirse como un mantra: “No decaigas. No desistas. Lo vamos a lograr”.

Tal vez así puedan seguir adelante.

Fortaleciendo el protagonismo de la mujer en el movimiento de ciudadanía sucrense

Por Estelin Kristen

Desde hace más de dos décadas la Fundación Incide ha apostado por la ciudadanía de Sucre. Dentro de esta apuesta hemos planteado dos propuestas complementarias.

Generar en los municipios del estado Sucre un movimiento ciudadano donde las personas participantes aviven su conciencia de ciudadanía autónoma, se formen como ciudadanos, se organicen en instancias ciudadanas municipales autónomas y ejerzan la ciudadanía, desde una perspectiva de exigibilidad de derechos, incidiendo en los asuntos públicos para la disminución de la pobreza.



Dentro de este movimiento, Incide convoca a las mujeres de Sucre para hacerse presentes, con fortaleza, de manera plena, desde su identidad de mujeres.

Esta presencia de las mujeres en los procesos de ciudadanía se esfuerza por ser: SUSTANTIVA, ACTIVA, FRATERNA, INCIDENTE.

·     Sustantiva: MUJERES que, desde sus intuiciones y sensibilidades naturales, con mirada de mujeres, a nombre propio, con voz orgánica de mujer, afirman con convicción su identidad de mujer y definen con autoría e independencia su presente y futuro.

·    


 
Activa: MUJERES en continua dinamicidad, como el agua que brota de un manantial y
nunca deja de correr, que rompen con actitudes de resignación ante su mala suerte e irrumpen en los espacios públicos como actoras y constructoras para recrear, como mujeres madres, vida mejor para toda la comunidad.

·     Fraterna: MUJERES que, en los espacios cercanos de convivencia, son amigas, se comunican sus v  ivencias con confianza, y construyen redes de solidaridad y recíproco apoyo, piensan proyectos comunes a partir de sus intereses sectoriales.

·     Incidente: MUJERES organizadas que, con tesón y decisión, después de analizar la realidad con perspectiva y ojos de mujer, proyectan soluciones y exigen, respuestas satisfactorias, dentro de los espacios de ciudadanía, ante los organismos competentes.

En Incide, consideramos que es importante convocar a las mujeres y favorecer una presencia femenina en estas cuatro dimensiones por las siguientes razones:

o   Porque la mujer sigue siendo, en el estado Sucre, como jefa de hogar, la que padece y carga en  mayor medida el impacto de la pobreza. 

o   Porque, aun cuando  por principios éticos y jurídicos las mujeres tienen igual dignidad y derechos que los  varones, muchas mujeres de Sucre siguen padeciendo alguna forma de violencia  y discriminación por el hecho de  ser mujeres.

o   Porque el desarrollo personal y progreso de las mujeres es la vía para contribuir con la erradicación de la inequidad, desigualdad y la pobreza en nuestras comunidades.

Para fortalecer la presencia femenina en el movimiento de ciudadanía hemos pensado algunas estrategias y acciones.

  • Sensibilizar a la población sobre el significado e importancia de fomentar relaciones basadas en la equidad de género.
  • Fortalecer el nivel de conciencia, formación y organización de las mujeres de la ciudad y del municipio.
  • Elaborar diagnósticos a nivel parroquial y municipal, y hacer propuest
  • as de solución desde una visión femenina de la realidad.
  • Fortalecer las capacidades jurídicas y extra-jurídicas de las mujeres para la incidencia en los asuntos públicos, que contribuyan a disminuir la pobreza en el municipio.

Como fruto de este constante trabajo, hemos logrado que más de 200 mujeres pertenecientes a los municipios Sucre, Bolívar y Bermúdez hayan aprendido a distinguir distintos tipos de violencia y maltrato hacia la mujer; adquirido conocimiento sobre las leyes que reconocen el derecho de la mujer a una vida libre de violencia y definido protocolos de defensa ante una agresión.

También se han formado sobre temas inherentes a los derechos de la mujer, derecho a la salud, familia, equidad de género y resiliencia; con el fin de fortalecer la capacidad de interpretar sus derechos, darlos a conocer y emprender acciones donde sean actoras de sus propios procesos y guardianas de sus propios derechos.

Dentro de este grupo de mujeres, pequeños equipos de ellas se han introducido en procesos de aprender a emprender, adquiriendo conocimientos para diseñar proyectos productivos.

Hoy, 8 de marzo, al conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, queremos reconocer y felicitar a este grupo de proactivas mujeres sucrenses, que se han organizado como un espacio de encuentro, formación, socialización y acuerdos de acciones para concientizar a la población sobre los derechos de las mujeres, la equidad de género y las problemáticas que más afectan a las mujeres.

Les invitamos a seguir trabajando, con terca esperanza, por sus sueños de vida digna; transformando las situaciones de pobreza, desigualdad y humillación en la que se encuentran inmersas. ¡Reciban nuestra mayor admiración y un fuerte aplauso de pie por todo lo alcanzado!

Mujeres y hombres, hombres y mujeres son dos modos distintos de ser personas. Son dos caras de la misma moneda que juntas se complementan. Igualmente importantes y representativas. La moneda debe ponerse de perfil. En relación de igualdad o equidad. Para que puedan mirarse una a otra frente a frente y, juntas, mirar el futuro. Esta postura de equidad de género pasa por el reconocimiento de las diferencias. Las diferencias pueden ser fuerzas que se oponen o riquezas que se suman. En Incide estamos convencidos que sólo juntos es posible construir una mejor sociedad. 





CANTEMOS VALORES 2022 - CANCIONERO

 El trabajo de promoción y defensa de los derechos humanos implica que usemos una importante cantidad de recursos y estrategias para llegar a las comunidades; que utilicemos un discurso claro y sin ambigüedades. También es necesario que se involucren, en cada proyecto de desarrollo los elementos sociales, los valores y principios propios de las comunidades; sus manifestaciones culturales, como genuina expresión de empatía y como mecanismo de acercamiento e involucramiento de los pobladores en los procesos socioculturales y de activismo de derechos humanos y ciudadanos.

Desde tiempos inmemoriales la música y las canciones han servido como recursos para transmitir informaciones, para educar y concienciar, para entretener; o para protestar y visibilizar, a través de la sátira, las violaciones de derechos de los ciudadanos. Los juglares y cantautores han cultivado por milenios el fino arte de cantar para expresar sus pensares y sentires.

Hoy, a través de la Escuela de Ciudadanía del municipio Bermúdez, queremos mostrar en un compendio de 25 canciones con ritmos populares, y en la voz de nuestros participantes, la expresión de valores y principios de vida en defensa de nuestros derechos ciudadanos. Por eso, este CD lleva por nombre “Cantemos Valores”. Son letras sencillas, ritmos pegajosos, voces populares en armonía y sincronización; versos que recogen con la ingenua simplicidad del sentir popular, la voz de nuestras comunidades que aspiran caminar hacia un porvenir más justo, inclusivo y en equilibrio ecológico.

Tomás Gilberto Pantoja Noriega, un cultor popular, investigador y docente sucrense, oriundo de Casanay, ha puesto su creatividad en la composición musical y de las letras de estas canciones. Letras hechas al fragor de las comunidades, donde las manifestaciones populares permiten llevar la carga indolente de innumerables necesidades y mitigan el peso de la crisis.

Nuestro deseo es que las disfruten, las canten y las compartan, para seguir avanzando hacia una ciudadanía consciente y firme en valores humanos.


 Canciones e intérpretes

 1.- Himno de la Escuela de Ciudadanía: Todo el grupo.

2.- Amigo de verdad. Solistas: Brayan Torrealba, Fabiola González

3.- Así es mi campo. Solistas: Brayan Torrealba, Fabiola González

4.- Basta de discriminación. Solista: Jesús Serrano.

5.- Beber agua es agradable. Solista: Liliana Silva.

6.- Brindemos amor. Solista: Noray Gordones.

7.- Canto de esperanza. Solista: Tomás Pantoja.

8.- Creando conciencia. Solista: Jesús Serrano.

9.- El arbolito. Solista: Maritza Cedeño.

10.- El soñador. Solista: Brayan Torrealba.

11.- Hagamos el bien. Solista: Jesús Serrano.

12.- Hoy te canto niño. Solistas: Saory Carrasquel - Fabiola González y Brayan Torrealba.

13.- Libre como el viento. Solista: Brayan Torrealba.

14.- Lindo atardecer. Solista: Fabiola: González.

15.- Paz - alegría y libertad. Solista: Tomás Pantoja.

16.- Por la paz y con la paz. Solista: Tomás Pantoja.

17.- Por qué violan los derechos. Solista: Roselia Fernández.

18.- Qué bueno es ser responsable. Solista: Maritza Cedeño.

19.- Superemos la adversidad. Solista: Maritza Cedeño.

20.- Triste y cruda realidad. Solista: Mirna Guerra.

21.- Viva la familia. Solistas: Brayan Torrealba - Fabiola González.

22.- Ya encontré la paz. Solistas: Fabiola González  - Brayan Torrealba - Liliana Silva.

 LISTA DE REPRODUCCIÓN - CANTEMOS VALORES









































































Creatividad en el Mundo del Chocolate

Marian Rodríguez “Maggialater y la Maggia de Marian”

Se define como Chocolatera y artista

Marian Rodríguez con tan sólo 29 años, ya cuenta con dos emprendimientos que identifican su personalidad, debido a que su pasión por el cacao y chocolate, la ha llevado a inspirarse en crear dos marcas por separado, ya que “Maggilater”, tiene que ver con la elaboración de chocolate artesanal. Mientras que “La Maggia de Marian”, va más allá, porque se trata de crear y elaborar accesorios con chocolates.

La joven emprendedora, es casada y madre de un niño que va para cuatro años, es Técnico Superior en Tecnología de Alimentos, egresada de la Universidad Politécnica Territorial de Paria “Luis Mariano Rivera” (UPTP). Se define como Chocolatera y artista.

De manera que es una artesana que elabora piezas de cacao en dos líneas, una más decorativa y la otra de accesorios que son elaborados con papel reciclado y las cascarillas de cacao.

Esa inspiración de hacer arte, es desde niña hasta que llegó el momento de vulnerabilidad en su vida y puso en marcha sus ideas, haciendo bolitas de cacao al principio no quedaban tan bonitas. Sin embargo, fue entusiasmada por sus amigas a que se preparara y comencé a realizar cursos de Trabajo y Persona, mejorando el acabado del producto.

Después, como chocolatera tuvo la oportunidad de participar en una actividad y las bolas de cacao, gustaron a sus compañeros y continuó esa incentivación de seguir trabajando en el producto.

Asimismo, en otra actividad que participó como chocolatera y artista, se hizo presente el embajador de Italia en Venezuela y casualmente le regalan unas de sus creaciones,  “un par de maracas” y fue el momento de que se intereso en el trabajo que se hace, todo lo referente al cacao y fue así que le encargo los productos.

De manera que esa oportunidad fue el puente de impulsar sus productos a nivel nacional, realizando e inspirándose en creaciones de variedades y cantidades de los productos realizados.

Por otro lado, la joven emprendedora sea formado para seguir impartiendo sus conocimientos a otros, en este arte de hacer chocolate y trabajar con el cacao.

Cabe destacar que también utiliza sus plataformas digitales, para impulsar los productos de sus compañeras que tiene a través de ese vínculo de hermandad que existe en el mundo del chocolate

Para mayor información, teléfono: 0414-815-78-69 y a través de Instagram: @Maggilater y @lamagiademarian 

 La versátil en el chocolate

María Fernanda Quintero Giménez  “Sunfer”

¡El sabor lo atraes tú!

María Fernanda Quintero Giménez con 34 años, es graduada en Ciencias Naturales  y  docente de PNF Seguridad Alimentaria y Cultura Nutricional en la Universidad Politécnica Territorial de Paria Luís Mariano Ribera (UPTP), es casada con una hija de diez años y hace vida en dos municipios como: Bermúdez y Benítez.

María  Fernanda, tiene sangre merideña, ya que su mamá, es nativa de ese estado, por lo que influyen en ella, las dos culturas la de Oriente y la del estado Mérida, su abuela tenía una hacienda de cacao y desde muy pequeña frecuentaba la misma, incluso se involucra con los trabajos de la hacienda, ayudando a su abuela y a la familia. Se forma en ese ambiente, pero siempre se preguntó ¿porqué se vende cacao y no lo procesan?, fue algo que quedó plasmado en ella.

Años después con la crisis en el país, debió de decidir si quedarse en su tierra, donde se había levantado o salir del país. María Fernanda se carácteriza por su amor a la familia, su calidad creativa e inventiva, entusiasta y audaz. Por tal razón, pone en práctica lo aprehendido de las culturas de ambas familias y comenzó a elaborar licores y ponches a base de cacao, chocolates, jengibre, café, parchita, maní, entre otros. Además, hace dulces con la mazorca del cacao y también realiza maracas artesanales. Sin incluir toda la variedad de dulcerías  y diferentes tipos de mermeladas que hace y las infaltable bolitas de cacao.

La primera vez que se atreve a vender, saca todos los productos que realiza, en una reconocida urbanización de Carúpano,  siendo su primer paso a la consolidación de su emprendimiento,  para ir por más en su haber. Hace un año,  sale a la venta los productos, bajo la marca “Sunfer”.

A pesar de que en un tiempo, se dedica a la hacienda y siembra de cacao, paraliza un poco la venta de los productos. Sin embargo,  ese lapso de tiempo fue valioso para ella, porque es cuando comienza a elaborar bombones de cacao, tabletas, bolitas de cacao, cacao en polvo y manteca de cacao ( la que está en el mercado ahorita). Además de realizar arreglos relacionados con bombones.

En cuanto al diseño y el logo, todavía esta en proceso, debe dedicarse a trabajar en ello, porque quiere que sea algo creativo y que atrape a la gente. ¡Va en búsqueda de lograr establecerse en una tienda y colocar los productos de Venezuela de antes y todo los productos que se pueden elaborar a base al cacao de Paria.

Para mayor información. Teléfono: 0416-122-79-30

 Audaz e irreverente en el arte del chocolate

Virginia Rodríguez  “Mi Ricura” chocolate, bolitas de cacao y algo más

Virginia Rodriguez, se caracteriza por ser amante de la cocina, además es docente, madre de dos hijos (hembra y varón). Y con 53 años, siente que tiene mucho que dar, para dejar huella del placer del mundo del chocolate y de rescatar todo aquello rico al paladar en dulcería que hacian nuestros abuelos y visabuelos.

El emprendimiento nació a raíz de pensar en la situación económica del mañana y por situaciones que se pasa en la vida, tuvo la oportunidad de participar en dos talleres “Cacao al Chocolate” y “ Chocolate al bombon”, teniendo también la formación a través de Trabajo y Persona, participando de la 5ta corte. Por tal razón,  despertó el interés de investigar sobre cacao y hasta llegó a vender cacao. Después conoció a una persona especial que la condujo por este camino, en donde le facilitó todo tipo de conocimiento sobre el cacao, cuando estaba bien fermentado, cuando estaba seco. En fin todos los procedimientos que se manejan para trabajar el cacao, además de aprender distintas técnicas y así fue personalizando sus habilidades en este arte del chocolate.

De igual manera, Virginia Rodríguez asegura que el emprendimiento “Mi Ricura”, es de ella sola, porque sus hijos no se involucran en el bello arte, ya que tienen otras metas. Sin embargo, hace lo que hace  con el chocolate y se siente muy felíz, trabajando con amor y pasión.

“Es importante resaltar, que trabajando con el chocolate, descubres que existe una hermosa hermandad que es tan grata, porque te sientes en familia. Además, cuando se disfruta lo que se hace, no importa que te ensucies de chocolate, porque ese olor y ese sabor, despierta en ella, otras ideas y comienza a crear y hoy es el resultado que  tiene”. Agrega

De modo que al trabajar con los chocolates, se utiliza una maquina de moler maíz con su motor y hasta ahora le va bien con el producto que ofrece.

Dentro de las perspectivas que tiene en mente, es formar a todo aquel que desee aprender y especialmente a jóvenes para que conozcan el cacao; desde su siembra, cultivo, mantenimiento, tostado. No solamente se puede hacer chocolate, sino también que se puede aprovechar las cáscaras para hacer té,  el cacao en baba para hacer un fermentado que queda como una sidra (vino).

“El chocolate que ofrece mi producto “Mi Ricura”, no sólo es leche, cacao y maní. Yo voy más allá, debido a que elaboro chocolate con todo lo que consiga, ya cuento con 14 variedades de chocolate, entre ellas: chocolate con maní, maní con leche, maní con cacao, leche, chocolate sólo, chocolate con genjibre, chocolate con semillas de ají, chocolate con ají en polvo, chocolate con mantequilla de maní, chocolate con coco sólo, entre otros”. Señala

Por otro lado, se trabaja con frutas confitadas, cáscaras de toronja, naranjas y otras. En cuanto al empaque utilizó papel aluminio y realizó chocolates de 8 y 15 gramos, tabletas de 100 gramos y las infaltables bolitas de cacao.

Para mayor información: Direción; calle Libertad frente al Supermercado ORL. Teléfono: 0416- 682-62-99; Instagram @virginia2972 y Facebook como: Virginia Rodríguez