EL CAMINO DEL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO MUNICIPAL

Escuchamos y leemos con frecuencia: “la participación es un derecho humano de rango constitucional, que implica tomar parte activa en el proceso de la formación, ejecución y control de la gestión pública”. Pero, en la vida cotidiana de las comunidades ¿qué significa e implica asumir la participación como proceso?
La palabra proceso, ante todo, nos recuerda que la participación no se reduce a un momento puntual, esporádico, que se realiza “de vez en cuando y de cuando en vez”. Es un camino a recorrer. 
El trayecto de este camino puede ser largo y exigente, es decir, lleno de obstáculos y cuesta arriba, pero siempre es posible transitarlo para conquistar la meta soñada. En consecuencia, es un camino que nos invita a la perseverancia y al ingenio creativo.
El camino de la participación no es lineal, ni siempre igual y por eso no se transita siempre del mismo modo. Es un camino exigente y diverso, que nos exigen dar lo mejor de nosotros, utilizando adecuadamente distintas estrategias, experiencias, conocimientos y habilidades para seguir caminando hacia el horizonte de bienestar que tanto anhelamos.
Es por estas circunstancias por las que el camino nos exige recorrerlo de diversas maneras: algunas veces caminando, otras veces trotando; en algunas ocasiones escalando y otras saltando.
La participación es un camino para recorrerlo en ciudadanía, no de manera individual y solitaria. Sólo estando unidos, respetando a los compañeros de camino, conjugando los distintos saberes y destrezas, trabajando de manera organiza-da, con protagonismo activo y creativo seremos fuerza, poder, para superar todos los obstáculos del camino y alcanzar la meta de prosperidad que aspiramos.
Ser poder no es lo mismo que ser gobierno. Lo importante para una ciudadanía es el poder, no el gobierno; es decidir el destino de su comunidad y municipio.
De igual manera, la participación en el ciclo del Presupuesto Municipal es un camino que implica actuar  soberana y constantemente en dos etapas fundamentales.
Una primera fase, implica que la ciudadanía proponga, delibere con criterios de equidad solidaria y decida la problemática a ser introducida en el Presupuesto de Inversión Municipal del próximo año.
La siguiente fase, igual de importante y complementaria implica que la ciudadanía exija al Poder Público Municipal que la demanda que ha sido introducida al Presupuesto de Inversión Municipal sea respetada, aprobada y ejecutada en las condiciones y en el tiempo acordado.
El proceso o camino de la participación de la ciudadanía se parece al proceso que utiliza un pescador o agricultor para capturar u obtener sus productos.
Un pescador o agricultor, antes que nada, decide libremente ser pescador, ser agricultor. Es una decisión personal. Se siente realizado con su trabajo, aunque no esté totalmente satisfecho por las condiciones en que las realiza.
Además descubre que, para obtener una excelente pesca o fructífera cosecha, necesita contar con las herramientas pertinentes y saberlas utilizar debidamente.
La combinación de todos estos factores son los que facilitan el logro de su objetivo. No basta tener fuertes botes, poderosos motores y excelentes herramientas para pescar, si antes no decidimos ser pescadores y, luego, aprendemos cómo utilizar los implementos de trabajo.
Igualmente, para ser un agricultor productivo, no basta tener los tractores y los instrumentos más modernos. También es necesario estar convencidos de trabajar en el campo, utilizar los instrumentos apropiados y aplicar las acciones pertinentes, durante todo el proceso de cultivo.
Así como el pescador y el agricultor necesitan realizar distintas acciones para conseguir el resultado deseado, igualmente es necesario que nos involucremos activamente en el proceso del Presupuesto Participativo Municipal.
Muchas comunidades presentan con inmenso entusiasmo y esperanza su problemática principal a la Alcaldía o a la Cámara Municipal para que sea aprobada en el presupuesto del próximo año.
Pero resulta que después la ciudadanía  no se organiza ni se capacita para dar seguimiento, vigilar y exigir que las obras presentadas sean ejecutadas.
Y, al final, resulta que las obras no se realizan porque se desvían los recursos, o se hacen a medias o se ejecuta cualquier obra menos la priorizada por la ciudadanía.
La experiencia nos enseña que no basta decidir priorizando las necesidades, si luego no controlamos. Ni tampoco basta controlar lo que otros han decidido. Ambas acciones son necesarias.
No basta ejercer el Poder Soberano a medio camino, es vital ejercerlo durante todo el camino, si en realidad queremos transformar las situaciones de pobreza y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
El avión de la participación necesita una turbina poderosa y dos alas firmes para volar hasta lugares inimaginables.
La turbina es el poder de una ciudadanía activa que se hace reconocer y respetar como poder primero y originario con decisión vinculante a todo poder constituido. Las dos alas son el ejercicio de la decisión y el ejercicio del control. 

Así como cientos de pequeñas gotas logran penetrar una sólida roca, que al principio parece imposible. Igualmente la ciudadanía, de manera organizada y perseverante, está llamada a incidir en el Presupuesto Participativo Municipal, destruyendo el inhumano muro de la pobreza y creando condiciones sostenibles de vida digna para todos, especialmente para las poblaciones más necesitadas y excluidas.

Entre volar o estancarse en la tierra, no hay decisión posible; necesario es volar. Construir el avión poderoso de la Participación, con todas las fuerzas creadoras del Pueblo es un reto impostergable. Es vital participar decidiendo y, luego,  participar controlando.
No basta priorizar las necesidades y presentarlas como una demanda ante la Alcaldía, si luego no hay una lucha organizada de la ciudadanía para que los órganos contralores del Poder Público hagan el control de los recursos públicos de manera ética, transparente y eficiente, en vista a poder disminuir los niveles de corrupción y elevar la calidad de vida de los ciudadanos.

“La gota abre la piedra no por su fuerza sino por su constancia…


Autor: Estelin Kristen, Coordinador Institucional de la Fundación Incide

DE CIUDADANO A CIUDADANÍA

En muchos Estados,  como  en Venezuela, se suelen considerar ciudadanos plenos a todos los hombres y mujeres que obtiene, a partir de la mayoría de edad  alrededor de los 18 años, tal reconocimiento. Se supone que con la mayoría de edad, una persona puede afrontar con el suficiente criterio y capacidad  las obligaciones y derechos que les depara la convivencia en comunidad.  Bajo esta premisa,  ciudadano seria en general, la persona registrada por las autoridades, que forma parte de una sociedad. Y La condición de miembro de dicha comunidad se entendería como ciudadanía, título que conlleva una serie de deberes y de derechos que cada ciudadano individualmente debe respetar y hacer respetar. Estos derechos le permitirían intervenir en el gobierno de su país, además de  ciertas obligaciones y  deberes. Un ciudadano, según esta concepción, es un habitante que es sujeto de derechos políticos. Nos preguntamos si las personas que no llenan estos requisitos formales no tienen derecho a ser considerados ciudadanos. También, ¿Qué lugar ocupan en la sociedad?
Más allá de ser una condición jurídica-política que se aplica a las personas que alcanzan la mayoría de edad, y que supone la adquisición de determinados derechos y obligaciones y el sometimiento pleno a las leyes, ser ciudadano también debería implicar  tener desarrollado el sentido de identidad y pertenencia al espacio social donde se hace vida. Igualmente no creemos que sea suficiente  la adquisición de derechos y obligaciones, sino que se requiere que los individuos se desenvuelvan con responsabilidad mientras ejercitan esos derechos y esas obligaciones. Los sentidos de identidad y pertenencia conllevarían a que participen activamente en la satisfacción de las necesidades de su comunidad, que actúen en la superación de los desafíos comunes y que se comprometan con los valores de la sociedad en la que hacen vida; por su lado, garantizar el ejercicio responsable de derechos y obligaciones, implica que los ciudadanos sean respetuosos de las leyes, tolerantes, éticos, autónomos, capaces de analizar su realidad y de buscar soluciones a los problemas que presentan de manera colectiva. Aquí debemos volver la mirada al proceso de socialización donde se hace imperativo transmitir de diversas maneras el sentido de pertenencia a la sociedad en que se hace vida, y en esa tarea es indispensable el tratamiento de valores que tienen directa relación con la noción de ciudadanía, porque formar personas es formar ciudadanos.

Es claro que es necesario que los ciudadanos adquieran una conciencia de colectivo que propicie el aprender a trabajar en unión o con incorporación de personas de diverso pensamiento y dentro de un marco de respeto mutuo; dentro de una ciudadanía. En este sentido, una  ciudadanía, hace referencia a una cualidad adquirida por los ciudadanos que implica el derecho y la disposición a participar en su comunidad de manera autorregulada, inclusiva, pacífica, responsable, y con exigibilidad  de derechos, con el objetivo de mejorar la vida de todos sin excepción alguna.  
Pero que pasa en lo cotidiano. En la tradición occidental, se ha entendido a la  ciudadanía como la pertenencia a una determinada comunidad política. Así por ejemplo, en el contenido de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se puede observa que no todos los habitantes  del país son considerados ciudadanos de derecho y de hecho;  pues existen unos requisitos mínimos que condicionan, limitan y amplían en mayor o menor medida, el derecho a ser ciudadano. Cuando estos requisitos, se cumplen, se posibilita el  título de ciudadanía. Pero, aún poseyendo el titulo de ciudadanía, esto no convierte  de hecho al  ciudadano o ciudadana en parte constituyente de lo que creemos debe ser realmente la ciudadanía, algo más falta.  Además, como añadidura, en el contenido de la Constitución se asoma una interpretación de la  ciudadanía como igual a la suma de ciudadanos y ciudadanas, que tampoco compartimos.
En Venezuela existen pobladores, masas, pueblos, habitantes; incluso pueden existir algunos pobladores que de hecho se convierten individualmente en “ciudadanos” en la medida que conocen y toman conciencia de sus derechos y deberes y, también, en la medida que pueden o les dejan, ejercer y hacer valer sus derechos.  Pero aún con la presencia de estos “ciudadanos”, aún cuando se junten en un mismo espacio físico, la ciudadanía no existe como sujeto social.
Para  Incide la ciudadanía no es el pueblo entendido como masa. La ciudadanía no es la suma de pobladores, ni tampoco la suma de ciudadanos individuales. La ciudadanía entendida como una suma o agregado de ciudadanos es un modo individualista de entender la sociedad. La suma de individuos ciudadanos  sólo da como resultado  un individuo más grande. La ciudadanía, ya lo sabemos no se ha desarrollado de hecho de manera suficiente. No existe ciudadanía porque se decrete. Hay que desarrollarla desde las posibilidades de la gente. Fomentando su crecimiento. Aunque al inicio del proceso de crecimiento de la ciudadanía, no estemos todos presentes, en los que estén participando, debe estar presente la totalidad de la gente como principio ético. Estando todos presentes en nuestra conciencia es posible un crecimiento armónico de la ciudadanía. Por eso es importante cultivar de manera compartida esta semilla para que germine y crezca.
En Venezuela, por ejemplo, muchos gremios, no son manifestaciones autenticas  de ciudadanía sino agrupaciones que pelean particularmente por sus intereses a costa de los intereses de los otros. La conformación de agrupaciones particulares tampoco hace la ciudadanía.
Por ello no hablamos de construir la ciudadanía. La construcción se hace por añadidura de piezas o partes. En cambio hablamos de crecimiento porque reconocemos que en cada persona y en cada pueblo  existen unas potenciabilidades que como la semilla, sólo necesita ser cultivada para germinar e iniciar su crecimiento, crecimiento que se hace teniendo presente  su totalidad y no solo pensando en particularidades.
La ciudadanía, es  para nosotros, una manera solidaria y fraterna  de entendernos y de vivir como comunidad, con conciencia de derechos y deberes, instituida  de manera orgánica con un modo de funcionamiento autónomo, para hacer exigibles esos derechos y posibilitar el cumplimiento de nuestras obligaciones de  manera responsable.



Autor: Simón Fuentes, Animador de Procesos Municipales


CUMANÁ CONSCIENTE A LA CIUDADANÍA 


Nosotros, ciudadanos que habitamos en Cumaná, estado Sucre, personas naturales y miembros de organizaciones no gubernamentales, con objetivos sociales, educativos, culturales y económicos, testigos del deterioro de los derechos humanos y de la calidad de vida en la capital de este estado, queremos manifestar, a través de este documento nuestra intención de contribuir a construir una nueva ciudad con ciudadanos más conscientes de sus derechos y deberes y con autoridades más responsables en el cumplimiento de las obligaciones que le han sido encomendadas. 

Teniendo presente lo pautado en el artículo 132 de la Constitución, sobre la promoción y protección de los derechos humanos y preocupados por la realidad que vivimos, nos hemos estado organizando desde comienzos del año 2013, identificando nuestro movimiento ciudadano con el nombre de “Cumaná Consciente. 

Nacemos con vocación de permanencia y contundencia para exigir, como ciudadanía organizada de Cumaná, un espacio reconocido más allá de las tendencias polarizantes y excluyentes que caracterizan el actual contexto político del país, para ejercer como sociedad civil el derecho a incidir en los asuntos públicos y a exigir a las autoridades del estado y del municipio obediencia y respeto a las demandas ciudadanas. El nombre es, a la vez, una invitación para que todos los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil de Cumaná, a quienes le duelen los muchos males que padecemos los cumaneses, se involucren en esta iniciativa de conciencia ciudadana a favor de la ciudad primogénita. 

Seguidamente presentamos las situaciones que nos parecen más acuciantes, conscientes de que se constituyen en violaciones de Derechos Humanos según la Constitución Nacional y la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
  • La anarquía que se manifiesta en el transporte público, en la circulación vehicular y peatonal, el irrespeto a las señales de tránsito, la falta de alumbrado, el deplorable estado de las calles y avenidas, la buhonería que invade todos los espacios y las ventas de todo tipo, ante la inoperancia de las autoridades competentes. 
  • La salud pública que se deteriora a la vista de todos los ciudadanos, y se hace dramáticamente presente cada vez que las familias necesitan de un servicio eficiente y eficaz, ya que los centros de salud pública están en condiciones que limitan e impiden una atención digna. El expendio de alimentos sin control sanitario, la ausencia de campañas permanentes de aseo, limpieza de los caños y la fumigación de las zonas residenciales, que están dando paso a la reaparición de enfermedades endémicas controlables. 
  • La inseguridad que invade todos los espacios (hogares, escuelas, liceos y universidades, bancos, calles, centros recreativos y religiosos) con el incremento del porte ilícito de armas, sin que los planes implementados por las autoridades disminuyan visiblemente la amenaza que se cierne diariamente sobre los ciudadanos. 
  • El incremento desproporcionado de ventas de licor sin ningún control y lo que es peor, el crecimiento del "microtráfico" de drogas de todo tipo facilitan que siga en ascenso el consumo, lo cual está afectando severamente el desarrollo saludable de niñ@s y adolescentes, contribuyendo al auge delictivo en la ciudad. 
  • La opacidad con que se manejan los recursos públicos y la discrecionalidad de los gobernantes en las decisiones sobre un dinero que es de todos: obras inconclusas, proyectos sin consenso de la ciudadanía, presupuestos de la gobernación y de la alcaldía desconocidos por sus destinatarios, falta de control en las asignaciones, listas paralelas de personal contratado que cobra sin trabajar. 
  • La creciente economía informal y la falta de apoyo al sector privado, lo que produce ciudadanos que trabajan sin seguridad social, y comerciantes temerosos de invertir y generar empleo. 
Con este primer documento invitamos a la ciudadanía a respaldar con firmas y pronunciamientos estas denuncias y además expresar y demandar con conciencia crítica, otras situaciones violatorias de Derechos Humanos para evidenciar de manera conjunta, participativa y consensuada, las situaciones que más afectan nuestra convivencia ciudadana. Por lo cual invitamos también a: 
  1. Sumarse a las reuniones que Cumaná Consciente realiza los 2dos y 4tos miércoles de cada mes, entre 6 y 7:30pm, en la sede de la Fundación Incide ubicada en calle Bolívar, entre Hospital y Terrazas Cumanesa, al lado de Jardín de Infancia Angelitos Negros. 
  2. Participar en los espacios de encuentro y diálogo (mesas de trabajo, foros, debates) que abriremos a todos y sin exclusión de nadie, para consensuar demandas, proponer soluciones, formular exigencias, interpelar a los poderes públicos a fin de que den respuestas. Estos espacios los anunciaremos con suficiente antelación.. 
  3. Generar acciones organizadas de la ciudadanía para hacer exigibles los derechos violados o negados, consensuados en las actividades anteriormente mencionadas.
Febrero de 2014
Suscriben:
Fundación de Derechos Humanos  Incide.
Fedempresas,
Fundación Cumaná Posible
Mujeres de Sucre
Sucrenses por la Paz
Centro de Desarrollo Integral Sucre (CEDISUC)
Fundación Espada de David
Asociación de Pensionados del Seguro Social (APES)
Movimiento Esperanza Republicana (MOVER)
Frente de Defensa de la Constitución
Rotary Club Cumanagoto
Fe y Alegría
Colegio de Ingenieros
Cámara de Comercio Industria y Producción de Cumaná
Fundación Cristian Silva
Expendedores  del Mercado Municipal
Centro de Formación Técnica Antonio José de Sucre
Gemelos López Rafaschieri
Sucre Posible
Abg. Emilia Campos