DE CIUDADANO A CIUDADANÍA
En muchos Estados,
como
en Venezuela, se suelen considerar ciudadanos
plenos a todos los hombres y mujeres que obtiene, a partir de la mayoría de
edad alrededor de los 18 años, tal reconocimiento. Se supone
que con la mayoría de edad, una persona puede afrontar con el suficiente
criterio y capacidad las obligaciones y
derechos que les depara la convivencia en comunidad. Bajo esta premisa, ciudadano seria en general, la
persona registrada por las autoridades, que forma parte de una sociedad. Y La
condición de miembro de dicha comunidad se entendería como ciudadanía, título
que conlleva una serie de deberes y de
derechos que cada ciudadano individualmente debe respetar y hacer respetar. Estos
derechos le permitirían intervenir en el gobierno de su país, además de ciertas obligaciones y deberes. Un ciudadano, según esta
concepción, es un habitante que es sujeto de derechos políticos. Nos
preguntamos si las personas que no llenan estos requisitos formales no tienen
derecho a ser considerados ciudadanos. También, ¿Qué lugar ocupan en la
sociedad?
Más allá de ser una condición jurídica-política que se aplica a las
personas que alcanzan la mayoría de edad, y que supone la adquisición de
determinados derechos y obligaciones y el sometimiento pleno a las leyes, ser ciudadano
también debería implicar tener
desarrollado el sentido de identidad y pertenencia al espacio social donde se
hace vida. Igualmente no creemos que sea suficiente la adquisición de derechos y obligaciones,
sino que se requiere que los individuos se desenvuelvan con responsabilidad
mientras ejercitan esos derechos y esas obligaciones. Los sentidos de identidad
y pertenencia conllevarían a que participen activamente en la satisfacción de
las necesidades de su comunidad, que actúen en la superación de los desafíos
comunes y que se comprometan con los valores de la sociedad en la que hacen
vida; por su lado, garantizar el ejercicio responsable de derechos y
obligaciones, implica que los ciudadanos sean respetuosos de las leyes,
tolerantes, éticos, autónomos, capaces de analizar su realidad y de buscar
soluciones a los problemas que presentan de manera colectiva. Aquí debemos
volver la mirada al proceso de socialización donde se hace imperativo transmitir
de diversas maneras el sentido de pertenencia a la sociedad en que se hace
vida, y en esa tarea es indispensable el tratamiento de valores que tienen
directa relación con la noción de ciudadanía, porque formar personas es formar
ciudadanos.
Es claro que es necesario que los ciudadanos
adquieran una conciencia de colectivo que propicie el aprender a trabajar en
unión o con incorporación de personas de diverso pensamiento y dentro de un
marco de respeto mutuo; dentro de una ciudadanía.
En este sentido, una ciudadanía, hace
referencia a una cualidad adquirida por los ciudadanos que implica el derecho y
la disposición a participar en su comunidad de manera autorregulada, inclusiva,
pacífica, responsable, y con exigibilidad
de derechos, con el objetivo de mejorar la vida de todos sin excepción
alguna.
Pero que pasa en lo cotidiano. En la tradición
occidental, se ha entendido a la ciudadanía
como la pertenencia a una determinada comunidad política. Así por
ejemplo, en el contenido de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
se puede observa que no todos los habitantes
del país son considerados ciudadanos de derecho y de hecho; pues existen unos requisitos mínimos que
condicionan, limitan y amplían en mayor o menor medida, el derecho a ser
ciudadano. Cuando estos requisitos, se cumplen, se posibilita el título de ciudadanía. Pero, aún poseyendo el
titulo de ciudadanía, esto no convierte de
hecho al ciudadano o ciudadana en parte
constituyente de lo que creemos debe ser realmente la ciudadanía, algo más
falta. Además, como añadidura, en el
contenido de la Constitución se asoma una interpretación de la ciudadanía como igual a la suma de ciudadanos
y ciudadanas, que tampoco compartimos.
En Venezuela existen pobladores, masas, pueblos,
habitantes; incluso pueden existir algunos pobladores que de hecho se
convierten individualmente en “ciudadanos” en la medida que conocen y toman conciencia
de sus derechos y deberes y, también, en la medida que pueden o les dejan,
ejercer y hacer valer sus derechos. Pero
aún con la presencia de estos “ciudadanos”, aún cuando se junten en un mismo
espacio físico, la ciudadanía no existe como sujeto social.
Para Incide
la ciudadanía no es el pueblo entendido como masa. La ciudadanía no es la suma
de pobladores, ni tampoco la suma de ciudadanos individuales. La ciudadanía entendida como una suma o agregado de
ciudadanos es un modo individualista de entender la sociedad. La suma de
individuos ciudadanos sólo da como
resultado un individuo más grande. La
ciudadanía, ya lo sabemos no se ha desarrollado de hecho de manera suficiente.
No existe ciudadanía porque se decrete. Hay que desarrollarla desde las
posibilidades de la gente. Fomentando su crecimiento. Aunque al inicio del
proceso de crecimiento de la ciudadanía, no estemos todos presentes, en los que
estén participando, debe estar presente la totalidad de la gente como principio
ético. Estando todos presentes en nuestra conciencia es posible un crecimiento
armónico de la ciudadanía. Por eso es importante cultivar de manera compartida
esta semilla para que germine y crezca.
En Venezuela, por ejemplo, muchos gremios, no son
manifestaciones autenticas de ciudadanía
sino agrupaciones que pelean particularmente por sus intereses a costa de los
intereses de los otros. La conformación de agrupaciones particulares tampoco
hace la ciudadanía.
Por ello no hablamos de construir la ciudadanía. La
construcción se hace por añadidura de piezas o partes. En cambio hablamos de
crecimiento porque reconocemos que en cada persona y en cada pueblo existen unas potenciabilidades que como la
semilla, sólo necesita ser cultivada para germinar e iniciar su crecimiento,
crecimiento que se hace teniendo presente
su totalidad y no solo pensando en particularidades.
La ciudadanía, es para nosotros, una manera solidaria y fraterna de entendernos y de vivir como comunidad, con
conciencia de derechos y deberes, instituida
de manera orgánica con un modo de funcionamiento autónomo, para hacer exigibles
esos derechos y posibilitar el cumplimiento de nuestras obligaciones de manera responsable.
Autor: Simón Fuentes, Animador de Procesos Municipales
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