ÉTICA
¿Qué es el
hombre, varón o mujer?
El
ser humano es una persona, es decir, una relación conviviente (vive con otros),
inviviente (vive entre otros), construyendo con otros una historia, transformando la realidad que encuentra, abierto a alguien que le
da trascendencia y le abre hacia lo
definitivo y absoluto, con capacidad de amar, sentir y razonar, con libertad
para decidir, con voluntad para realizar lo que decide.
Esta
comprensión del hombre hace de la vida humana un compromiso continuo, diario,
permanente. Compromiso con el mundo para transformarlo con su hacer, compromiso
consigo mismo para buscar su propio
bien, compromiso con cada uno de los otros hombres en el buen trato, compromiso
con todos los demás hombres en la construcción de una sociedad que posibilite
la realización de todos, compromiso con el absoluto definitivo que da
sentido último a la existencia (Dios,
para el creyente).
Estos compromisos
tan serios son los que ponen
límites a su libertad.
Ante realidad física, el hombre no puede hacer lo
que quiere y como quiere: la misma realidad física pone unas condiciones o
reglas técnicas que son los medios
idóneos para que el hombre pueda transformar la realidad para lograr un fin
determinado. Por ejemplo, no puedo cortar un vidrio con un cuchillo y no puedo
prender una lámpara con dos polos positivos de electricidad, ni puedo surcar
los mares con una bola de plomo en el tobillo, ni arar la tierra con una red,
ni pescar con un arado...
Esta
limitación de la libertad ante el mundo físico la entendemos y no nos preocupa.
Nos parece lógica. La complicación viene
cuando nos encontramos ante otras realidades, tan reales como la física, pero
menos tangible. Por ejemplo, ante Dios, ante otra persona, ante nosotros mismos, ante toda la
gente de una comunidad, ante una demanda o solicitud de una comunidad que recurre a nosotros como funcionarios
públicos o líderes de la comunidad.
Ante la realidad física no podemos hacer lo que queremos
y lo acatamos. Con nosotros, con Dios, con los otros, cualquier limitación a la libertad nos parece un atentado. ¿Quién
me impide hacer lo que quiera? ¿Qué fuerza existe para obligarme a hacer lo que no quiera? ¿Por qué hacer una cosa o dejar de hacer otra? ¿Qué
razones o motivos existen?
Al hacernos estas preguntas topamos con la ética.
Debemos señalar que, en la historia humana, ha habido
personas que han originado corrientes de pensamiento que han postulado la libertad absoluta y sin freno del hombre,
que han proclamado que Dios es un cuento o que Dios ha muerto, que han afirmado
que no existe en modo absoluto nada que pueda dar razón de un comportamiento
ético, que han creído y divulgado que el
hombre es un ser solitario e individual y
cada uno es responsable solo de su suerte... Los resultados de estas
posturas han sido también históricamente
evidenciados. Sin lazos con lo trascendente, sin lazos con los otros,
sin lazos con algo de común acuerdo convenido como valor, no ha sido posible la
convivencia entre los hombres.
Pero también ha habido personas y corrientes de
pensamiento que mantienen firmemente que
Dios tiene sentido y por tanto es comprensible que haya un orden religioso,
que los demás tienen sentido y por tanto es necesario que haya un orden social
que permita la convivencia, que nadie tiene el poder absoluto de libertad para hacer lo que quiera y que por tanto es
necesario un orden júridico, que en el mundo estamos conviviendo muchos y existe algo que todos y cada uno, en lo más
profundo de nosotros mismos encontramos como un tesoro valioso, como un valor que nadie puede
negar, ni destruir ni contra el que se puede atentar y que,
por tanto, es posible imaginar un orden
ético alrededor del cual dar sentido a la vida.
Pero,
nos surgen preguntas importantes: ¿Qué es la ética? ¿Qué significa vivir de
manera ética? ¿Qué implica en un funcionario público vivir de manera ética?
El presente taller nos
introduce en esta indispensable reflexión
- En la primera parte pretende ayudarnos a distinguir conceptos fundamentales que se parecen pero que son distintos para terminar con una reflexión que nos ayude a comprender de qué hablamos cuando estamos refiriéndonos a la ética.
- En la segunda parte, se formulan preguntas importantes: ¿hay algún camino hoy para descubrir lo que es o no es ético? ¿Hay algún valor no discutible, aceptado por todos de manera universal, que sea fuente generadora de una vida ética y ordenadora de los demás valores? En caso de dar respuesta positiva: ¿cuál sería ese valor generador? ¿Cuáles deben ser las posturas de toda persona ante dicho valor? ¿Es posible, desde la ética, discernir lo que es bueno hacer y lo malo que se debe evitar? ¿Es posible vivir de manera ética?
- La tercera parte es una inducción a que juntos construyamos una ética del servidor público.
Aconsejamos que, durante el desarrollo de la primera y segunda parte,
cada participante tome notas de los puntos y aspectos que encuentre más
relevantes e importantes. De este modo, al llegar el momento de construir el perfil, tendrá
muchos materiales para hacerlo con su reflexión
personal y el aporte de los compañeros de equipo.
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