EL CUENTO DE LAS 8 ESTRELLAS

Había una vez un país muy pequeño y lleno de divisiones. Tan pequeño y tan dividido como nuestra comunidad. En ese país había tres bandos: los azules, los rojos y los amarillos. Cada uno tenía su propia bandera.

Los azules, su bandera azul con su lema: nosotros resolvemos nuestros problemas.

Los rojos, su bandera roja con su lema: no hay problema que dure cien años.

Los amarillos, su bandera amarilla donde se destacaba: amarillo es lo que luce.

Los azules eran gente trabajadora. Tenían negocios y tierras y vivían de sus esfuerzos. Por eso los problemas del país no les preocupaban.

Los rojos pasaban el día jugando truco, dominó..., haciendo cualquier cosa para matar el tiempo, despreocupados de los problemas. Algún día pasarían.

Los amarillos, que vivían de los gobiernos de turno, no querían hablar con nadie.

Un grupo de ocho personas que vivían en ese país se dieron cuenta de los problemas y de las divisiones entre ellos. Reunidos decidieron poner fin a tanta división y comenzaron a organizar su pequeño país y a unificar a los tres bandos.

Se reunieron con unos y con otros, tejiendo entre ellos canales de encuentro.

Fue así como se dieron las primeras reuniones de entendimiento entre los tres grupos. Se encontraron de frente por vez primera y entendieron que el país es de todos y se pusieron de acuerdo para resolver juntos los problemas.

Decidieron dejar las banderas y los intereses de cada bando y construir una bandera única con tres franjas: amarillo, azul y rojo.

Y, como agradecimiento a las ocho personas que les habían abierto los ojos de la conciencia, colocaron en medio de la bandera ocho estrellas de luz.

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