500 años de Cumaná
¿Hay motivos para celebrar?
Cumaná
Consciente, una vez más comparte algunas reflexiones que deben hacernos pensar
y actuar en consecuencia. Se trata de la conmemoración en este año de 2015 de
los 500 años de la fundación de nuestra ciudad. En primer lugar, nos
detendremos en el verbo “celebrar”. Esta palabra tiene diversos significados,
destacamos los más comunes: “conmemorar”, “festejar”, “alegrarse”. También
tiene el significado de “recordar un
hecho importante” ¿Qué celebra entonces Cumaná? ¿Quiénes celebran? ¿Cómo lo
celebran? ¿Celebran por el abandono y
pérdida de calidad de vida que padecen tanto ella como sus habitantes? Si la
ciudad es de los ciudadanos, deberíamos celebrar todos, participando en la
planificación de lo que realmente necesita la ciudad para satisfacción de
todos; haciéndola un lugar más habitable, buscando entre toda la ciudadanía las
mejoras ¿Se ha consultado a la sociedad civil y a las organizaciones civiles
cómo celebrar?
Cumaná
Consciente cree que se han cometido varios abusos de poder por parte de las
autoridades de la ciudad: no se le ha consultado al ciudadano sobre qué y cómo
celebrar la fundación de su ciudad, violando así la Constitución de la
República en la que se define a El Estado venezolano como una democracia
participativa y protagónica. Tampoco se han tomado en cuenta las normas de
funcionamiento de los municipios, que deben conformar el presupuesto con la
participación de los ciudadanos, en este caso los habitantes han debido
participar en la planificación de esa celebración y no fueron convocados. No se
han tenido en cuenta los enormes problemas del Municipio Sucre, que lo
conforman no sólo la ciudad de Cumaná, sino también las Parroquias foráneas y
caseríos aledaños: la salud, la vialidad, el alumbrado público, la aducción de
aguas blancas y negras, la limpieza, transporte, aseo urbano y domiciliario,
seguridad.
Cumaná
Consciente quiere compartir con la comunidad cumanesa, y hacerle llegar a las
autoridades concernientes, una radiografía de la caótica situación que vive La
Primogénita, que en sus quinientos años padece un sinnúmero de calamidades sin
que haya reacción alguna de sus habitantes y de quienes la gobiernan. Veamos:
La
salud en estado de coma.
Para
nadie es un secreto el desastre en que está convertido el sistema de salud de
la ciudad. El Hospital Universitario “Antonio Patricio de Alcalá” (H.U.A.P.A.),
uno de los más grandes hospitales del oriente venezolano está en ruinas, un
alto porcentaje de su capacidad de atención al público está inhabilitada. El
área de emergencia, no tiene capacidad de atención para altísimo número de
casos urgencias que arriban a esas instalaciones, el número de camas clínicas
es reducido, el espacio muy pequeño. La falta de equipos y de insumos médicos
para la atención de casos de pequeña, mediana y extrema gravedad; la carencia
de instrumentos elementales como termómetros, tensiómetros, estetoscopios,
jeringas, tubos de ensayos para tomas de muestras, y la inexplicable carencia
de medicamentos, convierte el servicio en una de los más precarios del país;
los familiares deben comprar “todo” lo que haga falta para la atención del
paciente, condición común en este servicio. El reducido número de médicos
residentes, médicos especialistas, personal de enfermería, paramédicos y
técnicos, no permite la atención expedita de los pacientes.
Las
condiciones de insalubridad en que se encuentran dichas salas de emergencia son
caldo cultivo para la propagación de enfermedades y empeoramiento de las
condiciones clínicas de los recluidos. Falta de agua potable, para el
funcionamiento de los sanitarios y para las faenas de aseo de los espacios, no
solo del área de emergencia sino de todo el Hospital, son condiciones
inexplicables pero reales. En iguales condiciones tenemos el área de sala de
parto, quirófanos, áreas de hospitalización y hemodiálisis.
Por
otro lado, la red de ambulatorios urbanos que funcionaron con altísimas escalas
de excelencia entre 1992 y principios de la década de los años 2000 en las
comunidades de la Llanada, Brasil, Cantarrana, Las Palomas, Fe y Alegría,
Caigüire, El Peñón y Cumanagoto, hoy día están en severa crisis, los quirófanos
para cirugías menores y atención a parturientas no funcionan, los laboratorios
casi paralizados, las salas de emergencias en ruinas, pasando de ser centros de
atención primaria a ser simples centros de medicina preventiva, lo que acarrea
el congestionamiento del H.U.A.P.A., puesto que los casos que pudieran ser
atendidos en las comunidades pasan a dicho centro.
La
inseguridad nos tiene tras las rejas.
El
precario sistema de protección policial al ciudadano y los altos índices de
impunidad por crímenes no juzgados, mucho menos castigados, hacen que la
inseguridad sea el flagelo reinante en barrios, urbanizaciones, mercados
(municipal y periféricos), parques y plazas, lugares de comercio, el casco
histórico y en el centro de la ciudad.
Adiós
luz que te apagaste.
El
sistema eléctrico de la ciudad ha colapsado por falta de inversión para su
actualización y modernización. La falta de mantenimiento, vigilancia y control
de las redes de tendido eléctrico permiten el deterioro acelerado del sistema;
el robo de electricidad en todas las zonas de la ciudad y, además, el
crecimiento de barriadas no planificadas que se “pegan en telarañas” al tendido
eléctrico existente acarreando los problemas en la baja de la tensión eléctrica
en toda la red de suministro de las zonas aledañas. La falta de mantenimientos
de las líneas de baja y alta tensión hace expedita la caída cotidiana de los
circuitos, con consecuencias graves en la economía familiar y comercial de la
ciudad. La falta de mantenimiento y reposición de luminarias son causantes de casi eterna oscuridad reinante en calles y
avenidas, por lo cual es poco menos que imposible el tránsito peatonal después
que cae la noche.
Caos
del transporte público.
La
falta de unidades, la desorganización de las líneas de transporte, la falta de
vigilancia y control por parte de las autoridades de INTTT, (inexistencia de
policías e inspectores que regulen, ordenen y dirijan el tránsito); la carencia
de un sistema de señalización de paradas, la red de semáforos dañados en su
mayoría, una importante porción de los autobuses paralizado por falta de
repuestos, cauchos y baterías, han convertido a la ciudad en un caos. Los
habitantes de las urbanizaciones ubicadas en la periferia de la ciudad sufren
diariamente los rigores de la falta de transporte en horas “pico” de salida y retorno hacia el centro de la
ciudad, sitios de trabajo, centros de salud, centros escolares.
¿Por
dónde entran los visitantes?
Los
terminales terrestres urbanos y extraurbanos han quedado pequeños al flujo de
pasajeros que diariamente circula por ellos. El principal centro de arribo y
salida (El Terminal de Pasajeros de Cumaná) ubicado en la avenida Las Palomas,
tiene más de cuarenta años de funcionamiento en las mismas instalaciones y con
la misma capacidad, además la mayoría de la líneas de autobuses que otrora
funcionaban ahí han dejado de prestar servicio por falta de unidades, problemas
de inseguridad y falta de organización.
El
llamado Mini Terminal ubicado en las adyacencia de lo que fue el viejo mercado
de Cumaná, habilitado en un tiempo para el arribo y salida de pasajeros
extraurbanos (Cumanacoa, Marigüitar, San Antonio del Golfo) fue deshabilitado y
las líneas trasladadas al Terminal con la consabida aglomeración de personas y
vehículos en un espacio reducido; un improvisado terminal en las cercanías del
Elevado para el arribo y salida de pasajeros en la ruta Cumaná-Santa Fe,
convierte la zona en un caos en horas de mayor flujo de personas.
El
terminal de marítimo donde confluyen los ferris que viajan entre Cumaná y
Margarita y los ferris, chalanas y los botes “tapaítos” que cubren las rutas
Cumaná-Araya-Manicuare-Cumaná presenta precarias condiciones de infraestructura
y servicios a los pasajeros (aparte del deficiente servicio de transporte por
falta de motores).
Como
corolario, el Aeropuerto Internacional “Antonio José de Sucre”, ha visto
reducida su capacidad de servicio por falta de aeronaves que cubran las
distintas rutas de arribo a la ciudad, a pesar del crecimiento del flujo de
pasajeros muchas aerolíneas han cerrado sus oficinas en la ciudad y se ha
reducido considerablemente el número de vuelos con llegada y despegue en dicho
terminal.
Colapso
total del sistema de drenajes.
El
sistema de cloacas de la ciudad data de mitad del Siglo XX, una ciudad que
contaba para ese entonces con una población de aproximadamente 70.000
habitantes; hoy la ciudad cuenta con una población que octuplica esa cantidad y
la red de cloacas sigue siendo la misma, con muchas aducciones por el creciente
número de urbanizaciones que han sido construidas a su alrededor. Se nota a
simple vista la ineficiencia de las instituciones responsables del
mantenimiento y la reparación de alcantarillados, bocas de visita, redes
cloacales y sistemas de drenajes superficiales de la ciudad. Consecuencias:
brotes de aguas residuales en calles y avenidas de distintos sectores de la
ciudad; acumulación de desechos en alcantarillas lo que impide el flujo de las aguas
de lluvia, del agua de canales y desaguaderos residenciales. Resquebrajamiento,
hundimientos, y rotura del pavimento por la acción de las aguas residuales.
Una
cumpleañera desaseada.
Las
políticas municipales en torno del servicio de aseo urbano son muy deficientes,
especialmente por la carencia absoluta de campañas permanentes de educación al
ciudadano en cuanto a la clasificación y disposición final de los desechos. La
carencia de carros compactadores para la recolección de la basura, la falta de personal
para el barrido y recolección de desechos, la desorganización de los horarios
de recolección, la carencia de depósitos de clasificación de desechos en
plazas, avenidas y parques y la falta de contenedores en las urbanizaciones y
barrios hace de la ciudad una ciudad sucia. Los incontables basureros
satélites, improvisados en cualquier punto son foco permanente de
contaminación. Y la guinda de la torta: la negación de la Municipalidad y la
Gobernación del estado a la creación de un relleno municipal que permita el
procesamiento efectivo de los desechos sólidos.
¿Dónde
compro la comida?
Hace
casi treinta años se inauguró el Mercado Municipal de la ciudad, un hermoso
complejo arquitectónico concebido bajo estrictas normas de construcción,
principios estéticos y visión de desarrollo turístico. Hoy el Mercado de Cumaná
esta hecho un guiñapo: las aguas servidas dan la bienvenida a los visitantes y
guían todo su recorrido entre las naves del mercado, la basura está en todas
partes en montones pestilentes, el caos y la desorganización dentro de las
naves y en las áreas de venta al aire libre es indescriptible; la delincuencia
se pavonea inmisericorde en todo el
mercado, los estacionamientos son inseguros y sucios, los sanitarios
precariamente funcionan. La visita al Mercado, otrora orgullo de los cumaneses,
hoy día es una aventura de alto riesgo y motivo de vergüenza para con los
visitantes.
Desprotección
casi total de los centros educativos.
Las
escuelas, los liceos y las universidades que funcionan en la ciudad confrontan
cada día robos, tráfico de estupefacientes, prostitución y un descuido total
por parte de los organismos competentes, esto ha incrementado exponencialmente
los niveles de violencia intraescolar y exposición a la delincuencia de niños,
jóvenes y docentes que son víctimas de los distintos flagelos. Así como un
creciente clima de inseguridad.
Entonces,
¿Hay motivos para celebrar? Después de
esta fecha ¿qué le queda a la ciudad? ¿Seguir confrontando los mismos
problemas? ¿Contemplar impotentes cómo se degrada la calidad de vida de los
cumaneses? ¿Reconocer que la ciudad colapsó por dejadez, ineficacia y
despreocupación de autoridades y de los propios ciudadanos?
Una
ciudad no es la suma de personas y cosas que la componen sino la capacidad que
tienen sus habitantes para construir un entorno agradable, organizado para el
estudio, el trabajo, el disfrute y la recreación.
Cumaná
Consciente eleva su voz de protesta constructiva haciendo un llamado a todos,
autoridades y ciudadanos, a querer y a cuidar nuestra ciudad con hechos:
proyectos consensuados con todos, ejecutados con responsabilidad y eficacia y,
sobre todo, una ciudadanía consciente y comprometida con Cumaná.
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