EL ABUELO Y LA MANZANA

Hace algunos años en un Municipio de América Latina llamado "La Esperanza" las cosas no marchaba nada bien. ¡Todo iba de mal en peor! ¡Todo era un verdadero caos!

Pocos eran muy ricos y muchos eran muy pobres. El pueblo sobrevivía creativamente a la inhumana situación de pobreza. El desempleo alcanzaba el 40 %; la economía informal se multiplicaba por las calles y aceras; la inseguridad dejaba docenas de víctimas todas las semanas; las instituciones públicas estaban corroídas de corrupción y demagogia; la mayoría de los jueces defendían los intereses de los poderosos; las mujeres, los campesinos y los indígenas eran considerados ciudadanos de segunda clase, los marginaban, los explotaban. La pesca de arrastre destruía descaradamente la flora y fauna marina y dejaba en quiebra a los pescadores artesanales. La división y la desorganización reinaban en las comunidades.

Por esas comunidades era fácil encontrarse con niños abandonados, mendigos, recogelatas, recolectores de basura, "martilladores", prostitución juvenil, alcohólicos y drogadictos.

El pueblo estaba triste y decepcionado. No sabía qué hacer. Pero, en lo más profundo de su ser, anhelaba que las cosas cambiaran.

Fue entonces, cuando un grupo de vecinos, indignados por lo que padecian, optaron por involucrarse en el problema. Convocaron urgentemente a un cabildo abierto en la plaza principal del municipio. La asistencia fue masiva. Las comunidades empezaron a debatir con las autoridades sus problemas y algunas formas de solucionarlos.

El Debate lo inició el Director del Liceo:
- "iAmigos, este caos es culpa de la ignorancia del pueblo. Construyamos má~ escuelas, liceos, universidades y todo cambiara!.

Le siguió el Párroco de la Iglesia:
- "Hermanos, para que el pecado y Satanás puedan irse de las comunidades hace falta rezar, catequizar y confesarse constantemente. iTodo lo demás póngalo er manos de Dios. De lo contrario, se consumirán en el infierno!".

Tomó la palabra el Comandante de la Guardia Nacional:
- "Para poder superar esta situación hace falta un Plan Agresivo de represión redadas día y noche, peiníllazas, uso permanente de la ballena y de las bomba~ lacrimógenas para que aprendan a respetar".

Hizo uso de su derecho el Concejal de la Cámara Municipal:
-"Compatriotas, la represión de la Guardia Nacional es muy tímida. iHace falté mano dura contra el hampa!. O si no, activar más a menudo el plan regional: MOTe CONTRA CHORO. Definitivamente, tenemos que implementar sin compasión lé pena de muerte, la silla eléctrica o tantas otras que eliminen de una vez por todas é los hampones. Camaradas: "Muerto el perro se acaba la rabia".

Intervino el Presidente de la Junta de Vecinos:
-"La solución de esto es que esto no tiene solución. iEsta reunión no sirve pa’ nada! i Esto se lo llevó quien lo trajo!"

Al cabo de una hora de debate los habitantes de la ciudad estaban más desanimados y frustrados de cómo habían venido a la reunión.

Fue entonces cuando un abuelo agricultor, que estaba afuera escuchando todo muy atentamente, pidió permiso a las autoridades, se colocó en el medio de ellos, sacó de su mochila una hermosa manzana y del pantalón un navaja. Picó la manzana en dos partes y la lanzó al suelo.

Luego les preguntó enérgicamente:
-¿Esto tiene solución?!
y Todos respondieron: ¡NO!.
y el abuelo con más fuerza dijo: "¡Sí! ¡Sí tiene solución! "AGARREN LAS SEMILLAS QUE HAN QUEDADO Y SIEMBRENLAS"

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